lunes, 25 de junio de 2012

No habrá paz para los malvados


La gran ganadora de los Goya 2012 fue el presente filme que se llevó 6 efigies de bronce del mítico pintor español, en los apartados más importantes como actor principal, guión original, película y director, dentro de 14 nominaciones. El director es Enrique Urbizu que ha sabido hacer una realización entretenida de buenos momentos de acción y continua persecución.  De arranque el escenario está dispuesto pero pronto invoca un giro tras otro, seguridad que denota convicción y se maneja bien en las distintas sub-tramas interrelacionadas.

El cineasta vasco que además es co-guionista del filme, junto con el francés Michel Gaztambide en su tercera intervención mutua, ha enredado un poco la trama –para bien en cuanto a que con ello ha creado un filme intenso del que no se siente el tiempo, y complejo en apariencia, con hartos vaivenes y actividades criminales del jefe, ambiguo y oscuro, y los villanos- metiendo musulmanes radicales con narcotraficantes colombianos con lo que saltándonos cierta ausencia  de necesidad de claridad detallista ha sabido darle suspenso y prolongación justificada a su obra, a lo que en resumidas cuentas se ha podido –y dice más, y más rápido- reducir a esa doble interrogante puntual que ha tenido la buena disposición de facilitarle al espectador.  La fiscal Chacón, bella española de mirada firme y rostro frío, su sonrisa más bien nos saca de cuadro (véase cuando habla por teléfono con su hijo), apunta a su detenido, el policía de secuestros Santos Trinidad (José Coronado) y nos lo resuelve todo de golpe.

El título es sumamente preciso que nos hace entender el conjunto una vez que nos percatamos de qué condiciona al ex -comando antinarcóticos destinado anteriormente a la embajada española en Colombia; unimos cabos y listo, todo está resuelto, ya tenemos el leitmotiv de la película, algo que a alguien como Sylvester Stallone dicen le ha entusiasmado mucho con lo que pretende llevar a cabo el remake americano. Imagino lastimosamente desalentado la debacle al manipular una figura central que está en el limbo en cuanto a bandos y aceptación del público, puedo anteceder que se maquillará la brutalidad, los detonantes y el background de nuestro protagónico, auguro una total mutilación salvo que se quiera transformar el perenne estereotipo que impone una superstar del Hollywood más comercial,  lo que resta dejando en pie el misterio que no creo suficiente ya que se resuelve a medio camino, inteligentemente porque hay una segunda cara que potencia lo anterior.

Es un filme europeo muy acorde con esa libertad que ofrece no contar con actores más importantes que el relato en sí, excusando solo el atrevimiento de aquellos interpretes que buscan los papeles más ricos que se pueden abordar en el séptimo arte, esos que no temen volarle la cabeza a un ser humano mientras corre desarmado para salvarse de la muerte o ese que es apuñalado como un perro callejero, un mortal que no tiene estrella ni encanto, un antihéroe salvaje que calculador sí, frío también y bien entrenado además, no tiene amigos ni ética policial o moral pero si un plan personal capaz de burlar a todos a su alrededor y acabar así con sus blancos, ocultos en negocios sucios, coludidos con narcos, regentando clubs nocturnos, poniendo bombas o comerciando con drogas.

Visto atentamente estamos ante una sacada de vuelta de un arquetipo cultural, el personaje de Santos Trinidad deja una esencia audaz y desmitificadora, para lo que un aire explicito y la necesidad de violencia mismo gore se hacen indispensables. A último momento poco importa quién tiene la razón, quizás nadie, que no sea la de la bella toma en la silla y la pistola flotando sobre algún dedo. 

El filme es un Imperfecto mecanismo sabroso que prolonga la trama sin repetirse y dando escarceos, tensión bien movilizada, aunque haya algunos ratos sobrantes de parte de las pesquisas de la fiscal, una antagonista interesante a un rival mucho mejor que se pasa por encima las pruebas que nos lo describen y entregan como en una escena cómplice de Hitchcock con el público; un asesino que brilla más que cualquiera y con abundante realismo.