domingo, 5 de abril de 2015

A Girl Walks Home Alone at Night

Ópera prima de Ana Lily Amirpour, inglesa de ascendencia persa, que convierte un paraje de Estados Unidos en alguna ciudad anónima iraní conocida como Bad City donde un vampiro con chador, rememorando el cine de Jim Jarmusch, su melomania musical, sus marginales, o nos remontamos directamente a su última obra Only Lovers Left Alive (2013), nos da la nota romántica, de una relación de las llamadas imposibles, en un blanco y negro seductor, muy indie, en que hay extravagancia (el “monstruo” danzando como una groupie en un cuarto lleno de posters de grupos musicales, o patinando en skate en plena noche al rato de atemorizar a un pequeño prometiendo castigarlo si no es un buen niño), comedia seca y su toque de ridiculez, en un filme muy femenino, aunque con una prostituta, un dealer usurero y matonesco, y un drogadicto lobo con piel de oveja auto-destructivo, un submundo, donde el héroe, si es que lo hay, ya que éste no hace nada espectacular, sino más bien es como un secundario a la mujer protagonista, aunque sea de rescate, Arash (Arash Marandi) solo quiere sobrevivir, andar por el mundo en su carro de onda, ayudar a su adicto abandonado padre, y poder enamorarse.

Estamos en el interior de un filme muy sencillo, pero simpático, donde un Drácula falso sometido a una juerga nocturna con drogas, ante el despiste de una bella hembra engreída que juega con todos, cobija/cuida de un verdadero vampiro y depredador, se enamora de ésta sin saber de su oscura identidad, en una aceptación que va contra la sentencia del mal, de la derrota, como puede ser la marginalidad, o el abismo general de éste pueblito maldito, debajo del instinto, de la que dice, soy mala, he hecho cosas terribles, y eso incluye un devastador ajuste de cuentas, dentro de una moral discutible pero libre de juicio al final que no sea uno que solo pasa por la mente del protagonista y nosotros debemos interpretar y completar, donde el mal se hace cargo de otras formas de corrupción, en la que parece una ciudad perdida (el anunciado spaghetti western), donde todo se mezcla sin haber ninguna pureza de alma, salvo la de Arash que puede convencer al mismo demonio, como con la ternura de hacer agujeros en la oreja de la forma más rústica, a través de una sensualidad rebelde.

A Girl Walks Home Alone at Night pretende que el mundo personal autoral se haga colectivo, sea confabulador e identificador y uno se sienta como un adolescente enamorándose en forma cool, siendo como la mayoría un fanático musical, saliendo a la discoteca, a la diversión juvenil, conociendo las drogas, siendo rara(o), equivocándose, hasta la llegada del motivo de reflexión y justificación, aquí es el príncipe anhelado y el sueño de estabilidad/felicidad en medio de tanta tragedia y rechazo, incluyendo a un punto el nuestro, provocado por un terror de los que parecen más un pretexto, una anécdota o un rasgo de originalidad y distinción que complejiza o esconde lo que en realidad es una lectura común.

El acechamiento vampírico no está trabajado para generar miedo, aunque tiene de suspenso y alguna sorpresa sangrienta en cuestión a un dedo, sino darle contexto o una máscara al producto, la novedad, en que lo que realmente se retrata es como una chica (Sheila Vand) se mete con un matón punk y es como la aventura afectiva errada, la que la contamina, o saca su peor cara, mientras Arash es como la redención, el camino, la esperanza, la salida, cuando el resto de la historia, lo que viene a continuación, es la madurez y la adultez que muchos achacan de menos pasional, lo que ya no importa ni veremos, sino el “y finalmente fueron felices”, ¿cómo?, aceptando lo peor, que bien dice aquello de que la unión enfrenta cualquier tormenta, como con aquella prostituta que es un espejo del matar del vampiro, en una cara pedestre, a la cual comprender y se castiguen a los malos hombres, y de ahí que exista una lógica de justificación. Lo que importa es el hombre probo, que salva a la damisela caída en desgracia, aunque esta sea una especie de monstruo, en una lectura distorsionada de lo tradicional, inocente y muy femenino en una moderna y “terrorífica” película.