lunes, 28 de diciembre de 2015

Steve Jobs

De arranque hay que decir que esta película es para quienes quieran ver otro lado del hombre detrás del genio, sacrificando cierta empatía hacia este, o quizá más bien no, sino todo lo contrario, viendo su imperfección y apreciándolo mejor en todo su concepto y honestidad, tomando en cuenta que el filme es algo cruel con su figura más personal, y le desmitifica de alguna forma, aunque más tarde lo reivindica en resarcir parte trascendental del argumento en el reconocimiento y demostrado afecto en el tiempo hacia su primera hija llamada Lisa (interpretada por tres caras de la dulzura, por Makenzie Moss, Ripley Sobo y Perla Haney-Jardine), basado en el libro de Walter Isaacson y con guion del destacado e inteligente Aaron Sorkin, en manos de la dirección del gran Danny Boyle.

El filme se vive a través de mucho diálogo y conversación en estado frenético, bastante vivo y un estupendo ritmo que sopesa y disminuye la sensación de verborrea, evitando el agotamiento del espectador ante el disparo continuo de información, a veces técnica y en parte difícil de coger en toda su contextualización, aunque acotando que el filme se basa principalmente en datos comunes pero íntimos de la vida de Steve Jobs, y pueden pasar por no grandes cosas en realidad, como el no reconocer a su primera hija en primera instancia, y ver como la madre Chrisann Brennan (Katherine Waterston) lucha por convencerlo de que les dé una mejor vida aun habiendo pasado por un juicio donde Jobs salió mejor parado con la manutención de esta hija tras una relación pasajera, como que Jobs tampoco reconoce el mérito de la Apple II y a esa vera al mayor compañero inicial de su carrera y éxito en el mundo de la computadoras personales, Steve Wozniak (Seth Rogen, demostrando que puede ser serio cuando se requiere, sin descollar pero hacerlo dignamente) en un acto de individualismo, cierta traición y egoísmo, pero también de táctica y encumbramiento, ya que Jobs era un hombre no solo muy firme en la mayoría de sus decisiones y un perfeccionista neto, también era un visionario y un astuto hombre de negocios.

Centralmente por su parte, dentro de un equipo que quiere criticar a Jobs, pero finalmente guarda aprecio hacia él y su genio, como se reconoce en estar en lugares claves de su vida a pesar de todo, se ve como Jobs se enfrenta en un balance entre el aprecio (hasta lo paternal), la competencia innata por el poder y la base de un interés personal con el CEO de Apple, John Sculley (Jeff Daniels, competente y veraz); como su fuerte interrelación laboral, respaldo (incluso familiar) y asistencia, de quien se hace llamar su esposa de trabajo, con Joanna Hoffman (la talentosa Kate Winslet), jefa de Marketing de Apple. Por último para contener la figura de la trama yace el rol del buen Michael Stuhlbarg, como Andy Hertzfeld, miembro primigenio del grupo de la primera computadora personal Macintosh, y al que hace pasar por apuros. Todo enfocado tras bambalinas de tres acontecimientos determinantes en la carrera profesional de Steve Jobs, el lanzamiento de tres computadoras personales, la Macintosh, la NeXT y la iMac.

La propuesta busca dibujar al hombre tras sus defectos y carencias, pasando por estudiar los complejos que cargaba encima producto de la adopción, que genera el sentido de cómo se reflejaba con otros, en el anhelo de absoluto control, uno que sentía un deber contener en su existencia, habiendo cierta lejanía emocional hacia el afecto a los demás centrándose más en sí mismo y en sus necesidades. Lo cual es interesante, ver en el interior de este magnate e intelectual de las computadoras y el entretenimiento (Pixar, el ipod, el primero no tratado, o éste último apenas esbozado más que como sentido y distinción emocional, que es el leitmotiv del filme) mientras se moviliza en su espacio de mayor ilustración y siendo visitado repetidamente en el pleno ejercicio de sus facultades como director de orquesta, tal cual si estuviéramos detrás de un teatro mirando lo que oculta cada obra, que va acompañada de una música intensa y una edición audaz que de la mano de muy buenas actuaciones el producto fluye y brinda un espectáculo de suma calidad y dotado manejo de argumentos.

El soporte principal, desde luego, es la performance de Michael Fassbender como Steve Jobs que sin parecerse en nada físicamente a su personaje hace una actuación harto memorable, acorde con esa capacidad especial y fuerza que suele ostentar este genial actor, dándole agilidad, poderosa representación interna (sin melodrama) y sostenibilidad de una intensa personalidad, pudiendo manejar tanta exigencia de humanización, largos textos y surgir en medio de tantos cambios en el trayecto profesional y los definitorios choques con compañeros y cercanos que cimentaron un legado y una figura mental de admiración, por más que haya revelaciones menores de su intransigencia y dureza como ser humano. Que hacen de esta una obra que nunca opaca al genio, hay que decirlo, sino simplemente enseña algunas debilidades, quizá a veces exagerando la obviedad de sus postulados en ciertos diálogos picantes, bravos, tratando de arrojar alguna verdad más allá de lo sabido, pero que queda en el aire como tan solo simple complemento accesorio, sobre todo porque la relación con Lisa finalmente brilla en el reconocimiento de ella bajo múltiples muestras de amor en el propio trabajo, a pesar de cierta distancia e indiferencia, lo cual queda de alguna manera más bien como parte de cierta anécdota, y no tanto el bullying que uno pudiera creer de esta adaptación, que ciertamente tiene en una cantidad, pero que no merma tratar con el gran personaje que fue, véase que se diga que nunca perdía un debate y hasta apostaban al respecto, tanto que existan justificaciones en su proceder, por lo que cada desmedro, dígase “ataque” o sinceramiento tiene un asidero a la par en el propio filme, deja pie a completar la figura o se intuye de esa manera, fuera de hacer de la trama una especie de critica humanitaria y un quehacer irreverente si se quiere frente a la mitificación, un cierto abogado del diablo del lado más rico, de cara a querer distinguirse de la mayoría.