miércoles, 21 de septiembre de 2016

The Handmaiden (Ah-ga-ssi)

Encontrarse con esta película es encontrarse con la sofisticación, el portento coreano Park Chan-wook vuelve a la ruta de los grandes con este filme, tras fallar con Stoker (2013). Este se divide en tres partes. La primera es desde el enfoque de la nueva criada personal  de una mujer privilegiada, llamada Sook-Hee (la novel pero muy prometedora Kim Tae-ri), una carterista de pocos recursos económicos y una familia a cuestas contratada para que un falso Conde, Fujiwara (el talentoso Ha Jung-woo) se haga con la fortuna que heredará Lady Hideko (otro puntal de talento, Kim Min-hee). El enfoque muestra todo un plan siniestro, mientras en medio están las perversiones de los juegos sexuales del tío Kouzuki, que supuestamente debería de cuidar de Hideko y más bien la viene maltratando desde niña, además de que también aspira a quedarse con su fortuna. Luego de un imponente despliegue de seducciones y acondicionamientos que incluyen el amor en el lesbianismo, mediante un conseguido y laborioso erotismo (tomando en cuenta que Park Chan-wook es un maestro de la estética), surge un segundo enfoque y giro narrativo, la historia se complementa, se contrasta y se corrompe, he ahí la admirable sofisticación del filme que nada tiene que envidiar a la literatura (que, sea dicho de paso, adapta Fingersmith, de Sarah Waters, novela publicada el 2002), en la bisagra entre las dos historias contadas desde una cabeza distinta. El segundo enfoque lo provee Lady Hideko, e inserta un nuevo plan siniestro, siempre tras quien se quedará con la fortuna a heredar, sumado al manejo y el escape de las garras de los tramposos y aprovechados. Lady Hideko hace de mujer inocente y de arpía. El filme se sostiene no solo por la ambición desmedida y el arribismo dentro de las esferas de la opulencia y el refinamiento que esconde la vulgaridad y lo ramplón de sus criaturas disfrazadas, sino  de la misma forma del amor que lo puede todo, para lo que en una trama ambientada en 1930 hace uso de cierta revolución sexual. La tercera parte une cabos, define las dos vertientes y a sus acompañantes, da algunos giros, en el que es un filme que maneja los ángulos perfectamente, como posibles conclusiones, y nuevamente es admirable ver que todo queda muy bien interrelacionado sin que el panorama se vea absurdo o incongruente, en lo que es asistir a una continua sorpresa tras otra. La tercera parte también aunque cumple su cometido decae un poco y termina dándoles fin a cada personaje de forma cumplidora y poco afín a la complejidad que ha desarrollado previamente, pero no podemos ser mezquinos y lapidar el filme por algo tan pequeño que tampoco es el mal, porque el filme es realmente grandioso.