sábado, 10 de septiembre de 2016

The wailing (Goksung)

Las dos películas anteriores de Na Hong-jin, The Chaser (2008) y The yellow sea (2010), son dos thriller magníficos. No obstante ahora el director coreano decide intentar algo distinto, pasarse al cine fantástico y de terror. Goksung es un pueblito coreano donde la gente enferma, se llena el cuerpo de horribles llagas, y se vuelve loca, como poseída por el mal, asesinando sin compasión ni motivo, generalmente a los propios familiares, a las personas que tienen más cerca, algunos hasta se suicidan. Con estos extraños asesinatos y enfermedad, el policía Jong-Goo (Do Won Kwak) un hombre torpe, pusilánime y pecador –y esto genera un especie de karma- participa de la investigación, asunto que se transforma en personal cuando su hija enferma y es un peligro para su entorno. Jong-Goo empieza a curiosear sobre el caso y se entera de que la gente, proclive a los rumores, cree que un visitante japonés (Jun Kunimura), un ermitaño amante de la naturaleza, es el culpable de lo que está sucediendo, observándosele merodear la zona.

The wailing es un filme de magia negra, superstición, fantasía, exorcismos, fantasmas y demonios, resultando curioso ver ritos de chamanismo en Corea, aunque, claro, todo lugar tiene su folclore, historias de posesión y mitos. El clima, las constantes intensas lluvias en la montaña, un especie de zombie rabioso apareciendo esporádicamente y un discurrir rocambolesco e impredecible hacen del filme uno divertido, sobre todo durando 2 horas y media. La propuesta se articula en el misterio, nadie sabe quién es el culpable a ciencia cierta, oscilando entre una mujer rara que aparece como testigo vestida de blanco y el extraño japonés que no suele hablar. Na Hong-jin crea muchos giros intercambiando al sospechoso una y otra vez, incluso con un chamán que viene supuestamente a ayudar, Il-Gwang (Hwang Jung-min). 

Jong-Goo mientras más se involucra va tomando valor, convirtiéndose en el héroe “improbable” de la película, pero a su vez volviéndose criminal, tratando de salvar a toda costa a su niña, con la que guarda un sólido vínculo de ternura y complicidad a toda prueba (la pequeña no lo juzga, se ríe y divierte con él). Como acostumbra el cine coreano su protagonista yace harto alejado del ideal, mezcla mucha corrupción y libertad en sus actos, pasando por toda clase de emociones, comedia, locura y expresividad, donde Do Won Kwak es pura intensidad típica coreana. El filme recuerda a I Walked with a Zombie (1943), de Jacques Tourneur, o en todo caso el espíritu de Haití se encuentra muy presente en toda la trama. La película no es tan sensacional como sus thrillers precedentes, pero no deja de ser una obra atractiva, curiosa e intrépida.