domingo, 2 de octubre de 2016

El ciudadano ilustre

El filme de la dupla argentina Gastón Duprat y Mariano Cohn es una comedia y representa al cine comercial, el que peleará por su país por una nominación a los Oscar y a los Goya, como lo hizo en el festival de Venecia 2016 y que trajo el premio de mejor actor para Oscar Martínez. La propuesta de Duprat y Cohn es un cine directo y sumamente claro, hasta tiene de inocente (hace gracia el intempestivo spot en la radio local), pero no es una comedia barata ni vulgar, como la de la incursión de los cómicos peruanos en el cine. El Ciudadano ilustre tiene forma, tiene sentido, y tiene humor negro, una comedia bien trabajada, aunque franca y amable, no obstante bromea con el infierno que puede crearse al vivir en un pueblo chico (o mejor dicho, regresar a uno tras 40 años de ausencia), donde todos se conocen y uno se puede asfixiar en las pocas oportunidades de poder tener una vida excepcional, que no digo intensa, porque aquí termina siéndolo. En la broma entra a tallar lo complicado y abrumador que es convivir con lo autóctono, con nuestro pueblo, digamos, y esto quizá moleste a los que creen en las idealizaciones.

El filme también se ríe del tipo excepcional, para el caso un ganador del premio Nobel de literatura, mostrando sus mezquindades, con una cultura sofisticada que no lo inhibe de comportarse como cualquiera, tener alguna aventura con una chiquilla o con una mujer casada,  o fallarle a su supuesto amigo. Muestra vanidad y pretenciosidad, lo que ocasiona una rencilla con un personaje local importante que autoritario y abusivo no acepta ser rechazado. Éste hombre le atribuye complejos y odios pasados (plasmados en su literatura), lo cual no es que mienta, está ahí, es una realidad mutua, el resentimiento, aunque obviamente no radica en todos. En ello hay un choque, los dos bandos –los lugareños y el hombre hecho afuera- salen criticados, pero teniendo en cuenta que el Nobel argentino Daniel Mantovani (Oscar Martínez) es el guía de la trama y el filme como que se pone de su lado, en el contexto de la dificultad de adaptación a ese pueblito imaginario igualito a tantos otros, Salas.

No se puede negar que Mantovani, por sus discursos (en el Nobel y en la despedida del concurso de arte), luce un cierto estado de superioridad moral en una postura de insatisfacción muy típica de lo arty que lo dibuja como un cínico a la hora de comprobar la realidad. Finalmente, como la mayoría, se aprovecha de todas sus experiencias, justificándose. La película consigue que la austeridad no sea ningún impedimento para llegar a mucho público. Lo que vemos es un cine comercial sencillo y logrado, bien trabajado, en una comedia y aventuras entretenidas, donde a Mantovani le pasa de todo, pasa por todos los estados  de emoción en su visita a su natal Salta, pueblo chico, infierno grande. Lo reverencian, buscan lucirse con él, quieren un pedazo de su éxito, pero también si no se los da o no se sienten parte de este lo detestan. También entran a tallar problemas domésticos, de faldas, con lo que la propuesta tiene un aire no siempre corrosivo con lo folclórico, sino muestra a Mantovani como un tipo más. Lo que sorprende es ver que anda solo sin guardaespaldas ni secretaria, tras un deslinde naif del inicio, lo que permite que se le acerquen todos, que hasta desconocidos le piden dinero y  quieren que coma en su casa.

El ciudadano ilustre no es Relatos Salvajes (2014), pero maneja una cierta sabiduría, convertir lo austero en una competente comedia comercial, y no es tampoco que le estemos pidiendo una maravilla o que esta nos lo de. Es solo gracioso, sin excederse, sin ser bajo. ¿Quién puede negar que mienta?, simplemente muestra el conflicto de un hombre que se ahoga en un pueblito, como otros pueden sentirse felices en uno. Es humor negro, y no resulta tan agresivo, que no sea ficcionar el enardecimiento en un homicidio, lo cual tampoco es que sea del todo irreal, pero el filme es lúdico. Esa imagen de personajes claves pueblerinos dolidos desfilando frente al protagonista es pura broma. En lo personal no gusto mucho de la comedia y esta me satisface, tiene aventuras, a ratos es demasiado simple y predecible, en otras da risa, a través del que no se adapta aunque trata y le viene el aluvión, y los que viven sin pudor en el pueblo.