lunes, 21 de agosto de 2017

Infernal affairs (trilogía)

La primera película de esta trilogía que data del 2002 es casi una obra maestra, si no fuera por la música de acompañamiento que es disonante y no se compenetra con lo que vemos, más bien achica lo que presenciamos, pero el resto del filme –y es bastante- es una de las mejores películas de acción y crimen de Hong Kong y de la historia del séptimo arte. La trilogía la dirige Wai-Keung Lau (o Andrew Lau) y Alan Mak, los guionistas de la trilogía son Alan Mak y Felix Chong. La primera Infernal Affairs es una película con pocas escenas de acción es más una película neuronal, un entramado complejo de traiciones y salirse con la suya, no ser descubierto, por ende no ir a prisión o morir a manos de los compañeros. El filme trata de 2 topos, 2 infiltrados o espías, un policía en la mafia china, Chen Wing Yan (Tony Leung Chiu-Wai), y un gángster en la policía, el Inspector Lau Kin Ming (Andy Lau).

Los topos desde temprano –muy jóvenes- han pertenecido a sus lugares de vigilancia y ya se han confundido en el lugar, son prácticamente imposibles de identificar, están plenamente infiltrados y aceptados como cualquier otro y más, destacan. La verdadera identidad de Chen Wing Yan sólo la conoce el superintendente Wong Chi Shing (Anthony Wong), lo mismo con Lau Kin Ming, el único que sabe de su identidad real es el jefe mafioso Hon Sam (Eric Tsang). Estos 4 personajes son los pilares de la trilogía. Los 4 están espléndidos en conjunto, pero por algo Tony Leung y Andy Lau son actores tan grandes en el cine oriental. En el caso de Eric Tsang en la primera película está perfecto, es sarcástico, cruel y rudo, en la segunda película donde vemos su crecimiento al gángster que será tiene un papel mucho más suave, muy poco intimidante, más pegado a la simpatía y no es muy genial, pierde mucho atractivo, pero se entiende que fuera antes otra persona, influencia de su relación con su esposa, la bella y sensual Carina Lau como Mary Hon. En la tercera película aparecerá muy poco. Por el lado de Anthony Wong debo decir que empieza muy endeble, medio defectuoso, aun teniendo un gran rol, pero en las siguientes películas se pule totalmente y da una excelente actuación.

El primer Infernal Affairs se torna en el desenlace en un filme furioso en creatividad, amoral, corrupto, con un Andy Lau perverso y muy astuto, pero con una naturalidad impresionante, no hay que caricaturizar o sobredimensionar nada para crear un antagonista tan redondo. La trama es impredecible y llena de vueltas de tuerca por el final. Es un filme que no sigue parámetros de decencia o de finales felices, es ingenio, coherencia y libertad pura. Otra maravilla de la propuesta es el juego del gato y el ratón, tanto la policía como la mafia saben que hay topos en sus filas y a cada topo genio principal se le ha pedido que halle al adversario, por lo que la interacción en pantalla entre Lau y Leung es muy rica, muy inteligente y mantiene el suspenso y la expectativa, es un tira y afloja por descubrirse. La escena del cuerpo cayendo del techo también es una de las grandes escenas del filme, algo edulcorada con la tristeza que ocasiona, pero en la primera Infernal Affairs las muertes son otra maravilla de la propuesta. También hay sentido del humor, como con el locuaz y loco gángster que cree ver policías encubiertos en la calle en gente común. Este pequeño personaje, Keung (Chapman To), tiene una escena memorable –incluida una estética audaz- tras huir de una balacera.

Suma igualmente que Lau Kin Ming (Andy Lau) tiene una vida familiar normal, cálida, y es hasta amable con los otros policías, toda su maldad y traición en un inicio es muy sutil, muy delicada, Lau Kin Ming es un tipo muy racional y calculador. Su compañera la hace Sammi Cheng, y es curioso/ingenioso ver cómo siendo ella escritora hay una proyección de una novela que escribe sobre si es o no su protagonista una buena persona. Esto más tarde le producirá una crisis de identidad a Lau Kin Ming, creyéndose Chen Wing Yan, la parte más extravagante y original de la tercera Infernal Affairs (2003). Lau Kin Ming ahí perderá su fabulosa sangre fría (las mujeres y el amor son determinantes en la trilogía en cuanto a cambiar a las personas), convirtiéndose en un tipo enloquecido, lo que también tiene su riqueza argumental y artística. El personaje de Sammi Cheng es secundario en las acciones directas, es en lo visual una simple compañía, aunque es determinante en la solidez emocional de su novio. En cuanto a Chen Wing Yan (Tony Leung), él se enamora de su psiquiatra, la hermosa Kelly Chen, que también tendrá un rol importante en el devenir de la trama, aunque en sus apariciones en general luzca igual de irrelevante que Sammi Cheng, la que está desperdiciada, aunque el filme funciona igual bien así. Un rol femenino rico en cierta forma es el de Carina Lau en la segunda Infernal Affairs (2003), tiene un papel provocador tanto como criminal como mujer. En la segunda película no participan ni Tony Leung ni Andy Lau, sino sus versiones juveniles (Shawn Yue y Edison Chen respectivamente), y es una precuela. El joven Lau Kin Ming se apasionará por Mary Hon, y mostrará un lado inocente y a su vez nuevamente su lado más perverso.

La segunda Infernal Affairs es un poco enredada, cambia incluso algunas cosas que bajan el listón, presenta a un gángster líder nuevo, Ngai Wing Hau (Francis Ng), que quiere vengar la muerte de su padre, que ha sido traicionado por todo el mundo, hasta la policía está involucrada en su muerte. Ngai Wing Hau –que luce joven, a los 42- trama tremenda venganza, contra un grupo de mafiosos llamados The big four. Esto genera unas escenas de asesinatos que tienen su gracia, pero poco más. Ésta Infernal Affairs recuerda a El Padrino (1972), pero no le llega en absoluto a su inmortalidad como cine y arte. Esta precuela está decente, entretiene, tiene sus buenos momentos, pero tanto la segunda como la tercera película de Infernal Affairs a un punto recuerdan las precuelas de Star Wars. La primera Infernal Affairs y las originales Star Wars son palabras mayores, las otras son rémoras de su grandeza. Pero de todas formas uno es curioso y ante el placer original llegas a apreciar las demás. También hay un mar de diferencia entre las Infernal Affairs siguientes y las precuelas de Star Wars, las Infernal Affairs siguientes tienen más nivel, poseen superiores ideas, que las precuelas de Star Wars. El ascenso de Hon Sam a líder de la mafia contra Ngai Wing Hau no tiene ni por asomo el poder de fascinación de la imagen que engendrará Hon Sam en la primera película, aunque como concesión está decir que el personaje de Ngai Wing Hau está más que aceptable. Lo bueno es que las bandas sonoras se vuelven competentes, suben el nivel a las Infernal Affairs siguientes, lo curioso es que las 3 bandas sonoras son del mismo compositor Chan Kwong-wing.

La tercera Infernal Affairs es más fácil de seguir que la segunda aun siendo compleja, ésta es tanto una precuela como una secuela. En ésta película se unen pequeños cabos, aunque a un punto yo diría que innecesarios, y se agregan “nuevas” cosas. Como en la segunda película en que Ngai Wing Hau “repite” el rol de Hon Sam preparándose/cocinándose el ascenso de éste último como precuela, en la tercera hay otro juego del gato y el ratón, de nuevos topos, pero si bien hay varias líneas narrativas a ese respecto –en la primera también las hay- y la relación de suspenso entre el superintendente Yeung Kam Wing (Leon Lai) y el rol de Andy Lau tiene su entretenimiento y algo de audacia su aporte y alcance en general está muy por debajo de la primera película. El final de la trilogía es un lugar de culpas, un filme que a poco más de la mitad de metraje se vuelve un thriller psicológico, más tarde pierde su corrupción y pone las cosas en el lugar de la ética y lo convencional, con lo cual el filme desciende bastante de nivel, y es que sucede a menudo que la tercera película de las trilogías suelen ser las más malas, aun así el filme logra salvarse un poco. Pero para muestra un botón, aunque ahonda más en la psiquiatra de Chan Wing Yan y a pesar de que en la primera la relación era rauda y ligera –algo cómica- funciona menos. Quien diría que aunque la tercera película mezcla tiempos, los maneja paralelos, posee una estructura compleja, hay mucho mayor entusiasmo y queda más en la memoria situaciones como la introducción de la primera Infernal Affairs cuando Hon Sam proclama su revancha contra la policía frente a su pelotón de jóvenes topos.