viernes, 9 de marzo de 2018

Gen Hi8


Película peruana de bajo presupuesto de Miguel Miyahira, que narra de manera convencional, lineal, pero con la rareza de estar la película metida dentro de la imagen estática de un televisor antiguo encendido colocado en una sala. También ésta película de cine indie peruano es una apología al VHS, e igualmente hacia las cámaras Hi8 y el formato de la cinta de esta cámara. El filme está adscrito a comienzos de los 90s, vemos la época representativa del terrorismo, con los ubicuos apagones (que incluye la canción por antonomasia, Las torres, de los Nosequién y los Nosecuántos). La película se moviliza a través de chiquillos miraflorinos (digamos que privilegiados), pícaros, criollos, avispados, malcriados, con su infaltable vulgaridad típica de la clase media y la adolescencia peruana.

En el filme vemos como un nuevo chico, algo más lento que los otros, pero dispuesto a ponerse al día, a amoldarse al resto, se incorpora al barrio, al grupo de amigos de siempre, que se comportan tal cual y hablan los temas noventeros. La película tiene algunas situaciones desagradables, como el aprovechamiento sexual de una compañera en estado etílico, el abuso sexual normalizado hacia las empleadas y un cierto racismo hacia clases no privilegiadas, pero todo se adscribe al lugar común, no es que se ande inventando, pero igualmente cae mal presenciarlo. No obstante otorgan realismo y matices a la recreación juvenil y al producto. La naturalidad va aflorando mientras va transcurriendo el tiempo.

Gen Hi8 (2017) tiene una estética visual que juega con la imperfección, un trabajo que juega con los colores y los defectos de proyección, se ve como si viéramos un video VHS mal grabado, viejo, muy utilizado que se ha desgastado. El color tiñe la pantalla y a los protagonistas en especial de rosado o los monocromatiza. El ver un video y las aventuras de estos chiquillos en mal estado, movido, rayado, mal colorizado, no fastidia a la vista, sino le otorga personalidad al filme, como han hechos otros en el cine indie nacional, dando a entender un cine de guerrilla, orgulloso de sus marcas de guerra.

El filme vale por su atrevimiento, y esto lo hallas en varios sentidos, desde lo narrativo, lo estético, hasta lo formal en aquel televisor estático. También puede ser visto como un compendio de una época, los 90s, a la que le pasa revista por entero, buscando incorporar momentos en medio de la nostalgia y un poco de humor; rememorar el entusiasmo de cosas como videojuegos, fiestas, nueva tecnología, música, una edad, que se vive en algunos actos delictivos también, como pequeños robos, y entretenimientos, peleas, marihuana, deportes. El filme mezcla lo positivo y lo negativo de los 90s, desde una mirada relajada, inmadura, osada. Puede verse como un estudio social de la adolescencia y el criollismo peruano. Es un reflejo de la sociedad, de cómo veía y ve el mundo una gran parte de peruanos.